El nombre de este blog es mi pequeño homenaje a las maletas, esas compañeras fieles e imprescindibles en todos nuestros viajes y que por suerte, con el tiempo fueron evolucionando hasta llegar a tener en la actualidad unas maravillosas ruedecitas que nos permiten poder tirar de ellas (en lugar de cargarlas) y hacer nuestros viajes mucho más placenteros aún. ¡Qué bien nos hubieran venido a muchas y a muchos hace unos cuántos años!

Amigos curiosos y viajeros

domingo, 18 de diciembre de 2011

UNA MODISTA Y UNA JOVEN PAREJA MULTIMILLONARIA, ENTRE LOS PASAJEROS ESPAÑOLES DEL TITANIC



Por lo que he podido rastrear por ahí, según Carlos Bonet, un investigador español de la Asociación Internacional del Titanic de EE.UU., 8 españoles viajaban en el Titanic la noche del fatídico 14 de abril de 1912, de diferentes clases sociales y circunstancias. Eran: Fermina Oliva Ocaña, el matrimonio Peñasco, las hermanas Duran y More, Julián Padrón Manent, Emilio Pallas Castello, y Servando Ovies Rodriguez. Aunque según parece, habia otros dos pasajeros más, que aunque no nacidos en España eran de ascendencia o nacionalidad española: Encarnación Reynaldo y Ramón Fermin Artagaveytia Gómez. Todos se salvaron menos Victor Peñasco, Servando Ovies y Ramón Artagaveytia. Esta entrada de hoy va sobre las historias de estas 10 personas, cuyas vidas se vieron marcadas para siempre aquella noche en que se hundió el barco más famoso de la historia.


Fermina Oliva Ocaña no soportaba hablar del capítulo más duro de su vida: el hundimiento del Titanic. El recuerdo de la noche del 14 de abril de 1912 la marcó para siempre. El azar hizo que Fermina, modista nacida en Uclés (Cuenca) y que tenía entonces 39 años, viajara en el barco más famoso de la historia. Lo hacía como dama de compañía de Víctor y Josefa, los señores Peñasco, una joven pareja de multimillonarios españoles (de 24 y 22 años) que viajaban por Europa y con su embarque en el último momento en el Titanic pensaban poner el colofón a su largo y lujoso viaje de luna de miel (llevaban 17 meses viajando). La pareja había mentido a la madre de éste, pues mientras estaban de luna de miel en París, decidieron embarcarse y para no preocupar a su madre, encargaron a su mayordomo que enviara una postal diariamente durante dos semanas. Tras visitar las principales capitales europeas, embarcaron en el Titanic en Cherburgo, ocupando dos camarotes contiguos en primera clase (C-65). Por cierto, Victor Peñasco era nieto del político Jose Canalejas, primer ministro de Alfonso XIII.


La noche del hundimiento, Fermina estaba despierta, cosiendo en su camarote. Los gritos de Víctor Peñasco la hicieron salir corriendo a cubierta. Josefa solo pudo colocarse un chal encima del camisón y así salieron. Se dirigieron a la cubierta de nuevo y comprobaron que las maquinas estaban paradas, lo cual no era nada alentador. Josefa afirmo después del naufragio: "a los diez minutos aquello era una casa de locos, toda la gente gritando y corriendo, prisas y peleas, no había botes para todos.... alguien dio la orden de que primero subieran a los botes las mujeres y los niños, los de primera y luego los de segunda y los de tercera clase." Sobre la una de la madrugada a Josefa y a su sirvienta Fermina las colocaron en el bote numero 8. Sin embargo cuando se dispuso a subir su esposo, se encontraba una mujer lista para ser embarcada y Víctor cedió su sitio a dicha mujer. Un gesto noble que le costo la vida. Su mujer nunca mas supo de él, ni siquiera pudo recuperar su cuerpo. Ya en el bote, Fermina trató de consolar a su señora, deshecha en lágrimas. Joaquina Ocaña, familiar de Fermina, dijo: «Nunca olvidó las escenas de horror vividas desde el bote, en especial el hundimiento y la oleada que el Titanic levantó al sumergirse». Entonces, Fermina, presa del terror, se prometió que, si sobrevivía, volvería a Uclés a rezarle a San José. Y cumplió. Horas después del hundimiento, el RMS Carpathia rescató a los 705 supervivientes. Otros 1.517 pasajeros nunca pudieron contarlo.

Según un familiar de Josefa, la imagen que nunca se le pudo borrar de su cabeza, aparte claro está de la de su esposo perdiéndose en la oscuridad de la noche, es la de ese coloso, grandiosamente iluminado que poco a poco se iba hundiendo junto a ella, oyendo a la orquesta como tocaba desde la cubierta para calmar a la muchedumbre y como oía ordenes de que se alejasen para no ser sumergidos con el barco al hundirse, pudo ver como la gente saltaba del barco y como gritaba de dolor y pidiendo ayuda. Después de permanecer en el bote mas de una hora oyó un fuerte ruido y cuando giró la cabeza ya no estaba el mayor barco de la historia. Estas fueron sus palabras: "de pronto, se oyó un ruido enorme, como si una montaña se viniera abajo, cuando me decidí a volver la cabeza, el barco había desaparecido como si se le hubiera tragado una garganta misteriosa". Pero esa garganta misteriosa se tragó demasiadas cosas, no sólo el Titanic, se tragó numerosas vidas y numerosos cadáveres. La familia de Josefa se vio obligada a tener que comprar un cadáver para poder certificar la muerte de su marido y así poder tener acceso a la fortuna familiar, ya que de otra manera no podrían haberlo hecho hasta pasados 20 años. Con el tiempo la joven viuda volvería a casarse. Con esto terminó una de las historias trágicas del Titanic, nunca se recuperó el verdadero cuerpo de Víctor y aunque su muerte fue certificada no se ha encontrado tumba alguna de él. Y acabo la historia del matrimonio Peñasco con las últimas palabras de Victor al despedirse de su mujer en medio del Atlántico Norte: "Pepita, que seas muy feliz".

Aquél fue el último viaje en barco de Fermina: no quiso volver a navegar. Tardó muchos años en hablar de la tragedia y pasó el resto de su vida en su casa de Madrid, en la calle Regueros, 11. Nunca se casó ni tuvo hijos. Siguió siendo modista y convirtió su casa en una pensión. Allí vivió hasta su muerte, en 1969. No sólo fue una superviviente del Titanic sino que el destino le dio 57 años más de vida. Tenía 96 años cuando murió y según la tradición familiar, no sólo no estuvo enferma ni un solo día de su vida, sino que se murió con plena lucidez mental. Fue enterrada en el cementerio de la Almudena y en la que fue su casa hoy vive una familia que nada sabe de ella.

En la lista de pasajeros Fermina aparecia como la “criada” del matrimonio Peñasco (como se puede ver pinchando AQUI), como si los criados fueran seres anónimos que no tuvieran nombre y apellidos, pero ya hemos visto que si los tenia. 

cubierta y estancias donde se movian los pasajeros de tercera clase
habitación de segunda clase
estancias de los pasajeros de primera clase
esta foto de Internet es la recreación de uno de los camarotes de primera clase
en una exposición que se hizo en Madrid en 2008 (y que no me perdí)
sobre 230 restos encontrados del Titanic
el Café parisino del Titanic

Las hermanas Durán se llamaban Asunción y Florentina y eran de Lérida y Julián Padrón de Barcelona, que conoció a florentina en un teatro catalán en el que ella era bailarina, surgió el amor y decidieron emprender un viaje solo de ida a Cuba con el fin de vivir permanentemente, por lo que decidieron comprar pasajes de segunda clase para el Titanic y la hermana de ella decidió acompañarles. Por lo que se sabe, las hermanas se salvaron en el bote 12 pasadas las 1:30 de la madrugada, en cuanto a Julián, hay distintas versiones respecto a cómo se salvó, unos dicen que se salvó vistiéndose de mujer, aunque su familia asegura que se salvó tirándose del Titanic en el último momento (desde luego esta es una versión más digna que la anterior jejeje….) y aunque lo perdieron todo tras el accidente, parece que la compañía del Titanic les facilitó después los medios para llegar a Cuba (¡que menos, diria yo!). Las dos hermanas relataron después con mucha claridad, los últimos momentos del Titanic. "Se hundió de proa, las luces se apagaban poco a poco, hasta que se oyó un estampido y una enorme columna blanca". "Recordamos con horror los desesperados gritos de los que se hundieron con el barco", dijeron. Las hermanas Florentina y Asunción declararon que "no a todos se les permitió subir" a los botes salvavidas y como ejemplo citaron el caso de una persona que "llegó nadando hasta nuestro bote y le cortaron de un cuchillazo la mano", mientras que "a otras hubo que matarlas a tiros".

Julián Padrón
En cuanto a Emilio Pallas, tenia 29 años y era de Lérida y se embarcó en segunda clase en Cherburgo. Según dicen era conocido de Julián Padrón y también se dirigia a Cuba, él consiguió salvarse en el bote número 9. Los dos describieron como "algo verdaderamente horrible" la lucha que se estableció entre los pasajeros para ganar los botes salvavidas. "Los marineros y empleados, con hachas unos y con revólveres otros, hacían retroceder a los hombres mientras conducían a las mujeres y a los niños". En aquél dramático cuadro, recordaron que "el que caía al suelo se podía considerar muerto y si lograba ponerse de pie, era manando sangre de las heridas que recibía por los pisotones de los demás". Tanto él como las hermanas y Julián Padrón se quedaron en Cuba hasta su muerte y no volvieron a coger ningún barco.

Emilio Pallas

Respecto a Ramón Fermín Artagaveytia, habia nacido en Montevideo (Uruguay), aunque sus raices eran españolas, ya que su padre (de Vizcaya) emigró alli cuando era joven. Cuando Ramón embarcó en el Titanic tenía 74 años. Gran aficionado a los viajes, los que le conocían le definian como un “dandy”. Su idea era llegar a Nueva York y desde alli hacer una ruta por las Americas, ya que poseia una gran fortuna y en esa época se dedicaba a viajar de un lado para otro. En su juventud había vivido una situación similar a la del Titanic, ya que 40 años antes del desastre, viajaba a bordo del vapor “America” cuyo capitán entró en conflicto con otro barco por ver quien llegaba antes, de manera misteriosa el barco empezó a arder posiblemente debido al exceso de temperatura en la sala de maquinas. Ramón dormía apaciblemente en su camarote cuando picaron a su puerta gritando ¡FUEGO! Inmediatamente salió aterrorizado a cubierta, con el salvavidas puesto y armado de valor se lanzó del barco en llamas y logro salvar su vida gracias a que consiguió llegar nadando a las costas de Montevideo. Pasado un tiempo después de este dramático suceso se despertaba por las noches con terribles pesadillas, tal y como él mismo dijo en una carta dirigida a su hermano Manuel. Curiosamente del Titanic también se lanzó al agua para intentar salvarse, pero dada su avanzada edad, en esta ocasión no tuvo tanta suerte como la vez anterior.


Sobre Encarnación Reynaldo se sabe que tenía 28 años y que compró un billete de segunda clase. Casada con un tinerfeño, fue abandonada por él y, en un intento por dejar atrás su drama personal, el abogado de la familia para la que trabajaba como sirvienta la puso en contacto con los franceses en cuya compañía partió de Cherburgo. Ella también se salvó.

Y por último, respecto a Servando Ovies, era un pasajero asturiano de primera clase (ocupaba el camarote D-43) y según concluyó la investigación era un exitoso hombre de negocios dueño de la sederia “El Palacio de cristal” en La Habana e iba en viaje de negocios y con una mercancia de 12 cajas de puntillas y encajes. Dicen que Ovies era el propietario del único coche del barco, un Renault. Tenía 36 años, su mujer habia querido acompañarle en su largo viaje de trabajo, pero él se lo había impedido dado su avanzado estado de gestación. Eso la salvó. Su primo fue el encargado de reconocer su cadáver, recogido tiempo después y enterrado en Halifax (Canadá), dicen que allí se encuentra el mayor camposanto de muertos por el desastre del Titanic. Entre los pasajeros de primera clase destacaban los multimillonarios norteamericanos; en segunda predominaban los británicos y en tercera, los inmigrantes irlandeses.


" Cuando alguien me pregunta cómo mejor puedo describir mi experiencia de mis casi 40 años en el mar, digo que es muy difícil decirlo. Por supuesto que he tenido galernas invernales, tormentas, niebla... Pero en toda mi carrera he tenido un accidente... o algo que merezca la pena nombrarlo. Sólo vi un buque en apuros en todos mis años de mar. Pero nunca he visto un naufragio, ni he estado jamás en peligro de naufragar".

(palabras pronunciadas por E. J. Smith,
el Capitán del RMS TITANIC, en 1907)


En la foto superior, el capitán Edward John Smith (del que su mujer se despidió llorando y al que no queria dejar marchar en ese viaje, quizás en una especie de premonición y que precisamente ese viaje iba a ser el broche final de su carrera de 38 años de servicios navegando, tenía 59 años y su idea era jubilarse ya) y los músicos de la orquesta del barco que, según dicen, se comportaron como héroes y siguieron tocando para calmar a los clientes de primera, parece que la última pieza que tocaron fue "Nearer, my God, to Thee". Ninguno de ellos sobrevivivó.  Y este es un video de la canción en una versión cinematográfica de 1958 ("A night to remember") sobre el desastre del Titanic.


Y este es otro video donde se puede ver tal y como era el verdadero Titanic, poco antes de partir de Southampton aquel dia, donde se muestran algunas de sus estancias y tambien algunos de los pasajeros que iban en él, 705 sobrevivieron, pero 1.517 no tuvieron esa suerte.



10 de Abril de 2012


EL DECIMO ESPAÑOL QUE VIAJABA EN EL TITANIC



Completando mi entrada escrita el pasado diciembre, quiero añadir más novedades al respecto de los españoles que viajaron en el Titanic. La semana pasada se presentó un libro titulado "Los diez del Titanic", escrito por los periodistas Javier Reyero, Cristina Mosquera y Nacho Montero. Y lo novedoso de este libro es que tras dos años de indagaciones, han llegado a la conclusión de que finalmente fueron 10 los españoles que viajaron en el mítico barco. Y contrastando la lista con los que yo tenía recogidos en mi artículo, me falta un pasajero español más, que a continuación añado:

Y este último pasajero descubierto fue Juan Monrós, que parece ser que fue el único miembro español de la tripulación del trasatlántico, concretamente era ayudante del camarero. Tenía 20 años y aunque nacido en Barcelona, vivía en Paris. Parece que ni su misma familia tenía conocimiento del trabajo real que hacía allí, ya que a su madre le había dicho antes de embarcar que se iba a trabajar como traductor. Tanto él como el resto de sus 70 compañeros empleados en el restaurante del barco, se alojaban en tercera clase, que se convirtió en una trampa mortal de la que fue imposible escapar. Así que Juan Monrós se convirtió en el tercer español fallecido en el hundimiento (sin contar a Ramón Fermín Artagaveytia, al que parece que no han incluido entre los 10 pasajeros españoles).



Fuentes:
http://www.xl.semanalfinanzas.com/
http://www.fritanic.es/
http://www.noticiasdenavarra.com/
http://www.eldia.es/
http://www.palabranueva.net/
http://www.fortunecity.com/
www.myespace.com/jorgegranda/blog

11 comentarios:

  1. Historias que algunos pudieron contar y otros no, personas que se pudieron salvar y otras que no pudieron salvar siquiera el hecho de que existieron. La verdad es que me impresionó mucho la primera historia y como a una persona sin muchos medios siempre se le resta importancia(la criada). Lo bueno es que pudo contarlo y que su vida siguió su camino largo y sin otros contratiempos o tragedias, aun viviendo con una bien grabada en su mente. Una magnifica entrada. Un abrazo.

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  2. En esas circunstancias se ve la grandeza y la miseria de la condición humana

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  3. Sheol, a veces la vida es tan injusta que, como en esta famosa historia del Titanic, el simple hecho de pertenecer a una clase privilegiada y adinerada puede marcar la diferencia entre vivir o morir (o por ser hombre o mujer tambien).

    Me alegro de que te haya gustado la entrada, yo he disfrutado mucho haciéndola porque es una historia que siempre me ha atraido mucho y tenía curiosidad por conocer sobre las vidas de los españoles que vivieron aquello. Un fuerte abrazo,

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  4. Kikas, siempre se dice que en las situaciones dificiles extremas es cuando realmente un ser humano saca lo mejor (o peor) de él y como hemos podido ver sólo en las pocas historias de los españoles en el Titanic, hubo reacciones muy diferentes, desde el mayor acto de nobleza y valentia, como es el dar tu vida por otro ser humano (como en el caso del señor Peñasco) hasta vestirte de mujer para salvarte (como en el caso de Julián Padrón). Un abrazo,

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  5. Muy interesante la entrada. se podría hacer una película con cada una de esas vidas la que se truncaron y las que siguieron. Saludos.

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  6. Hola viajero, me alegro de que te hayan interesado las historias de este pequeño grupo de personas que vivieron esta tremenda experiencia, como serían igual de interesantes, como bien dices, el conocer las vidas de todos los demás pasajeros que viajaban con ellos. Un abrazo,

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  7. LA MADRILEÑA26/12/11, 21:39

    El gran Titanic, quien iba decir que se hundió como si fuera un barco de papel, el barco más lujoso y grande de la historia del año 1.912, casi un siglo.
    En quellos momentos de angustia, daba igual las clases altas o bajas, eran personas que viajaban en el mismo barco, que se hundía poco a poco,
    las personas que se salvaron si que desde aquel momento valorarían sus vidas.

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  8. Hola gracias por tu artículo sobre el titanic, y sobre mi bis abuelo, muy buena foto gracias servando j. Ovies

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  9. MADRILEÑA, desde luego la noticia del hundimiento debió de ser en su momento algo impresionante para todo el mundo, con tanta expectación como se creó cuando se construyó y se inauguró y que en el mismo viaje inaugural se hundiera, muriendo tanta gente.....se dieron muchas circunstancias adversas e increibles al mismo tiempo, pero sobre todo, yo creo que la gente lo interpretó en su momento, como una especie de castigo a la excesiva ambición humana. Asi que, no es de extrañar que haya quedado ya para siempre como una historia de leyenda, aunque por desgracia para todos los que murieron alli, basada en una historia real y auténtica.

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  10. Servando J. Ovies, muchísimas gracias a ti, yo estoy encantada de tu visita y de que hayas querido dejar amablemente tu comentario en mi blog. Yo tenía mucho interés en conocer las historias de los pasajeros españoles que tuvieron la suerte (en unos casos, al poder salvarse) o la desgracia (como en el caso de tu bisabuelo) de viajar en el Titanic. Espero que la información que he recogido se haya ajustado totalmente a la verdad. Y me alegro mucho de que el articulo y la foto elegida de tu bisabuelo te haya gustado. Un fuerte abrazo y gracias de nuevo por tu amabilidad,

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  11. Víctor Peñasco siempre será recordado como un joven y apuesto héroe romántico. Era un joven caballeroso que se sacrificó por los demás y luego desapareció, convirtiéndose para siempre en el chico guapo, impecablemente vestido con su exquisitoq esmoquin.

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