En muchas ocasiones se dice aquello de que la realidad
supera la ficción, y en el tema de esta entrada de hoy, es bastante cierto, ya
que aunque normalmente las vida de los escritores no suelen ser nada
emocionantes y para nada parecidas a las historias que narran en sus libros, en
el caso del autor de Sherlock Holmes, sir Arthur Conan Doyle, su novelesca y
polifacética vida no tuvo nada que envidiar a la de sus personajes de ficción,
especialmente, a la del detective más famoso de la literatura.
Empezaremos por el principio…….. Erase una vez una familia católica de origen
irlandés que vivia en Edimburgo. El padre, Charles Altamont Doyle, pertenecía a
una saga de pintores de éxito y estaba bastante dotado para el arte, pero se
vió obligado a sacrificar su vocación para mantener como funcionario a la numerosa prole que tuvo con Mary Foley (si este buen señor hubiera vivido en estos
tiempos, os aseguro que no habría podido hacerlo, y lo digo por experiencia….).
Uno de esos hijos fue Arthur Ignatius Conan, que nació en 1859. Lejos de la
pintura su progenitor desarrolló una depresión y cayó en el alcoholismo,
acabando ingresado en varias clinicas hasta su muerte. Entonces fue la madre la
que tuvo que hacerse cargo de los hijos, por suerte para ellos, era una roca y
supo compensar la ausencia física y emocional del marido. Era una gran lectora
y una gran contadora de cuentos y es a ella a quién Doyle atribuiria después su
atracción por la narrativa.
El niño fue enviado a
un internado jesuita en Inglaterra, donde cursó los estudios a expensas de sus
acaudalados parientes paternos, aunque su paso por aquel colegio no fue nada
agradable, ya que era rebelde por naturaleza y allí se llevó más de una paliza.
Aunque fue alli donde descubrió sus cualidades literarias, viendo como
entretenia a sus compañeros con las historias que inventaba.
Su madre mientras tanto, se abrió camino transformando su
casa en una pensión, uno de cuyos inquilinos, médico de profesión, desempeñaría más tarde un
importante papel en la vida del joven Doyle, quién una vez de vuelta del
internado, se matriculó en la Universidad de Medicina de Edimburgo.
Antes de graduarse se embarcó también en la primera de sus
muchas aventuras alrededor del globo, se enroló como cirujano en la nave
ballenera Hope, en un viaje de dos meses por Groenlandia y el Artico para
empaparse de la dura vida marinera. Y aunque repudiaba la crueldad de la caza
de focas y cetáceos, terminó participando en ella como voluntario, corriendo
peligros mortales en varias ocasiones. Más tarde confesaria que aquella
travesia le convirtió en adulto y le despertó el alma de un trotamundos nato.
Estando aún en la universidad publicó su primer cuento a lo Edgar Alan Poe,
titulado "El misterio del valle de Sasassa", que apareció en una revista
literaria.
Tras terminar sus estudios, empezó a profundizar en algunas
inclinaciones recién descubiertas, como el espiritismo, algo que le sedujo toda
su vida, quizas como un resentimiento hacia los jesuitas y hacia el catolicismo
de su familia.
Se doctoró en 1881 con la especialidad de cirugia, pero como
carecia de dinero para montar su propia consulta, volvió a soltar amarras,
embarcándose en el vapor Mayumba con rumbo al Africa occidental, aunque este
viaje no le resultó tan estimulante y volvió en cuanto pudo a su puesto de
oficial médico. De vuelta a Inglaterra compartió una consulta con un antiguo
compañero, que acabó mal, ya que casi le llevó a la ruina. Siempre emprendedor
se trasladó a Portsmouth, donde inauguró su propio consultorio. Con el tiempo
consiguió una clientela estable y uno de sus pacientes le cambiaria la vida, ya
que al carecer de recursos su familia, el nuevo médico invitó a toda la familia
a trasladarse a su casa. Una hermana del enfermo, Louise, quedó muy conmovida
por la bondad del doctor y se enamoró de él, que la correspondió y se casó con
ella en 1885, teniendo dos hijos, Mary y Kingsley.
Al año siguiente de la boda empezó a escribir una novela "Estudio en escarlata", que poco después lo catapultó a la fama gracias a su
pareja protagonista, Sherlock Holmes y su inseparable Dr. Watson. Con sus
primeros éxitos literarios y la apertura de una nueva consulta en Londres, la
vida empezaba a sonreirle.
Aunque más tarde se dio cuenta de que la consulta de Londres
no atraia tanta clientela y tras contraer una gripe que casi le llevó a la
tumba, decidió dejar la medicina y dedicarse de lleno a su vocación como
escritor. Y para reafirmarse en ello, colgó algunos de los cuadros de su padre
en su primer despacho como escritor a tiempo completo, para recordarse con ellos que no iba a renunciar a su vocación, al contrario de lo que hizo su padre. La Medicina le habia
proporcionado su primer medio de vida durante cinco años.
Pero poco después de su propia revolución personal, tuvo que
poner a prueba su entereza, afrontando la muerte de su padre y la grave enfermedad
de su mujer, a la que quedaban pocos meses de vida, por una tuberculosis.
Confiando en que el clima de Suiza contribuyera a mejorar el estado de salud de
su esposa, se trasladaron a aquel pais y efectivamente ella mejoró allí y de
paso, Conan Doyle no perdió el tiempo y puso de moda el deporte del esqui, que
él ya habia tenido ocasión de practicar en Noruega. Y haría desde alli varios
viajes a EE.UU. y a Egipto.
Tres años después volverían a Inglaterra, donde fijarian su
residencia en Surrey, un lugar con un clima adecuado para la salud de Touie
(como él la llamaba).
la casa familiar de Conan Doyle es actualmente objeto de polémica, dado que quieren construir pisos en su lugar |
Poco después él conoció a otra mujer, Jean Leckie, de la que se enamoró
al instante, era joven, culta, atractiva, soltera, amazona consumada y dotada
de una espléndida voz de mezzosoprano. Pero él se sentia culpable porque aún
queria a su esposa, asi que mantuvo su nueva relación en un plano puramente
platónico.
Poco después se lanzó a la arena política como candidato al Parlamento por el Partido
Liberal Unionista, de linea reformista moderada y aunque obtuvo muchos votos,
no consiguió el escaño.
Finalmente en 1906, su mujer murió y durante meses se vino
abajo, sufriendo una depresión, en la que se mezcló el dolor por la pérdida y
el sentimiento de culpa por el romance con Jean. Aunque el amor de ésta, la
escritura y la defensa de causas nobles, como la de un abogado angloindio
condenado por delitos no cometidos, le rescataron.
Un año después se casó con Jean, con la que tuvo 3 hijos:
Denis, Adrían y Jean. A partir de entonces se frenó el ritmo de su producción
literaria, debido quizás al deseo del escritor de querer disfrutar de la
madurez junto a su familia y de seguir peleando por los valores en los que
creía. Aunque seguia manteniéndose en forma jugando al golf o levantando pesas
y seguia subiendo a cualquier globo o avión al que se le invitara, además de
comprarse uno de los primeros coches de Gran Bretaña sin haber conducido nunca.
Se lo llevó a casa él mismo recorriendo casi trescientos kilómetros.
Al estallar la I Guerra Mundial, él empleó todo su poder
mediático para persuadir a sus compatriotas de prepararse para el combate, pero
también proporcionó muchas ideas visionarias a las Fuerzas Armadas para salvar
el mayor número de vidas posibles. Por ejemplo, aconsejó al Departamento de
Guerra que cada marino debía llevar un “chaleco inflable de goma” (después de
que se hubieran ahogado unos 1.400 tripulantes con el hundimiento de tres
barcos durante las primeras semanas del conflicto) y aunque al principio no le
hicieron mucho caso, finalmente al dirigirse él a la prensa contando sus ideas,
los marinos no tardaron en contar con estos valiosos salvavidas primitivos. Y
lo mismo ocurrió cuando sugirió que los soldados llevaran una “armadura
corporal” (chaleco anti-balas) en el combate, a muchos jerifaltes le parecian
ideas de ciencia-ficción, pero no le pareció lo mismo a un alto cargo que si
agradeció sus ideas. Ese alto cargo se llamaba Winston Churchill.
Al mismo tiempo se lanzó a promocionar en múltiples
conferencias, diversos libros y articulos, su relación con el espiritismo, que
le llegó a valer reproches eclesiásticos, caricaturas en la prensa e incluso la
censura de su amigo Barrie (autor de Peter Pan), que le rogaba no tocar el tema
cuando se veian. Pero él siguió siendo
terco con el tema y en los años veinte sumó a estas convicciones la existencia
de las hadas en el célebre episodio de las hadas de Cottingley (con las cinco
presuntas fotos de estas criaturas tomadas en un bosque de Yorkshire) y agrió
una amistad incipiente con el mago Houdini al intentar ponerse en contacto con
su difunta madre en una sesión con mediúm.
A mediados de la década de los 20 vió mermada su fortuna y
entonces decidió dejar de lado lo paranormal y retomar la escritura, con nuevas
aventuras del profesor Challenger y el legendario Sherlock Holmes.
En 1929 durante una gira espiritista por el norte de Europa,
empezó a sentir una debilidad general y al año siguiente fallecería de una
crisis cardíaca en su hogar. Dias antes había escrito: "El lector juzgará que he
tenido muchas aventuras. Ahora me espera la mayor y más gloriosa de todas”.
Y cuando él murió su esposa dejó escrito un epitafio que definía claramente cuál fue la clave de su vida: "Temple de acero, rectitud de espada".
Y cuando él murió su esposa dejó escrito un epitafio que definía claramente cuál fue la clave de su vida: "Temple de acero, rectitud de espada".
Una auténtica vida de novela la de este curioso personaje
(real en este caso) sir Arthur Conan Doyle, ¿verdad?
Fuente:
Revista Historia y Vida
Me encanta conocer la vida de personas que no se han limitado a vegetar, sino que se han movido y luchado, haciendo que cada segundo fuera de oro.
ResponderEliminarSi quieres conocer a otro escritor cuya vida no desmerece a su obra, lee algo de la biografía de Lope de Vega! Es alucinante.
Gracias Krups por recordarme a ese otro gran personaje que fue Lope de Vega, cuya vida fue tan intensa como la de sir Arthur Conan Doyle, sin duda alguna. Y me has dado una idea para una próxima entrada, como mis recuerdos de él son bastante lejanos lo refrescaré de nuevo. Un beso,
EliminarGracias por este ilustrado y prolífico artículo del creador de uno de mis iconos: Sherlock Holmes.
ResponderEliminarUn curioso y ameno blog.
Enhorabuena.
Gracias a ti Pitt Tristán, por pasarte por aqui y dejar tu comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado mi entrada sobre uno de tus iconos favoritos (no tienes mal gusto jejeje) y de que también te haya gustado mi blog. Un abrazo para ti y espero que sigamos en contacto,
EliminarNieves, yo nunca había leído nada sobre su biografía.
ResponderEliminarLes deseo una buena semana.
Saludos
Hola Sissy, me alegro de que te haya resultado interesante la entrada sobre Conan Doyle. Un abrazo y feliz semana para ti,
EliminarPlena la vida del pavo, lástima que el tema de las hadas se lo comiera con patatas, pero nos dejó un personaje inmortal
ResponderEliminarUn beso
Jose Antonio desde luego no se puede negar que su vida fue de lo más intensa y nada aburrida en absoluto. Un beso y que tengas una buena semana,
EliminarI love the Sherlock Holmes Stories and books but never knew anything about the author! I loved reading this~
ResponderEliminarBarbara, I am glad you knew more about Conan Doyle with my post, you could tell some things to your boys about him when they start reading about Sherlock Holmes adventures. Kisses,
EliminarRealmente no conocía la historia detrás de este gran autor, me encanta que me lo descubrieras. Salvando las distancias, me hizo acordar la historia detrás del creador de James Bond, Ian Fleming, que al igual que su creación, también fue parte del servicio secreto británico.
ResponderEliminarDijera un colega bloguero: "nunca te vayas a acostar sin aprender algo nuevo".
Saludos!
Y yo me alegro Ana de que lo hayas descubierto por aqui. Y en el caso de Ian Fleming está claro que utilizó su propia biografia personal para inspirarse en su famoso personaje. Un saludo para ti,
EliminarSabía algo de la vida de este autor, aunque no de forma tan detallada. Realmente interesante.
ResponderEliminarEn lo que no estoy de acuerdo contigo es en eso de que la vida de los escritores no es emocionante.
Lo es, y mucho. El simple hecho de vivir durante meses o años envuelto en historias novelescas y rodeado de personajes, ya supone una forma de vida muy peculiar, jeje.
Besos
Me alegro Lola de que te gustara, la verdad es que cuando empecé a leer sobre él me fue pareciendo más y más interesante y al final, decidí que merecía la pena compartirlo por aqui con vosotros.
EliminarY respecto a como es la vida de los escritores, supongo que habrá de todo, pero tu opinión pesa mucho viniendo de una gran escritora como tú ¿eh? jejeje. Un besazo,
Qué gozada,cuando todavía para "descubrir" algo nuevo había que viajar durante meses y sufrir las mil y una... ahora con las nuevas tecnologías se ha perdido ese encanto de aventura...
ResponderEliminarUn beso
Estoy totalmente de acuerdo contigo Andrés, eso si que era viajar de verdad. Un beso,
EliminarLos grandes genios, los grandes hombres, han tenido grandes e interesantes vidas, a fin de cuentas escribimos gracias a lo que vivimos!!
ResponderEliminarÚltimamente nos tienes un pelín abandonados jaja^^
Un saludín
Tenéis toda la razón chicos, en lo primero y en lo segundo jejeje, el dichoso tiempo ya lo sabéis, pero trataré de ponerme al dia y visitar más a los compis. Un besazo para ambos,
EliminarMuchas gracias por tu visita, Nieves...ello me ha dado la oportunidad de conocer tu blog, impresionante el trabajo que realizas...enhorabuena!!!
ResponderEliminarSaludos!!! ;)
Muchas gracias a ti Ignacio, tu blog fue un descubrimiento para mi también, así que seguiremos en contacto. Un saludo y buena tarde de domingo,
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