Hace un par de semanas vinieron a comer a mi casa mi amiga Carmen y Meiga, su preciosa y pacífica perrita Golden retriever y estuvimos poniéndonos al día en cuanto a nuestros últimos y más significativos viajes realizados, yo la enseñé un par de fotorevistas que había montado de mi viaje al sur de Inglaterra en julio y del viaje a Navarra en el puente del Pilar y ella me trajo en un pen drive las fotos que había hecho en su viaje al Algarve (palabra árabe que significa "tierra por donde se pone el sol") en septiembre pasado y viendo sus preciosas fotos de un atardecer en el cabo de San Vicente, me acordé del que hice yo hace dos años por allí, sólo que cuando estuve yo, justo llegamos cuando estaba empezando a anochecer (recuerdo sobre todo el gran viento y el fresco que hacía), así que me quedé con las ganas de tomar fotos tan bonitas como éstas, con las que ilustro este post (gracias a la gentileza de mi amiga) y de paso quiero recomendar a todo al que aún no haya ido por allí, que lo haga, Portugal es un lugar que engancha, es un hermoso y agradable país, que además, tenemos muy cerca, donde se come fenomenal, los precios son buenos y donde, en definitiva, te sientes casi como en casa y vayas al rincón que vayas del pais, ya sea en el interior o en la costa, siempre encontrarás lugares pintorescos y atractivos que te sorprenderán.
El cabo de San Vicente fue considerado por los antiguos como el fin del mundo, el lugar donde acababa la tierra y empezaban las tempestades, el misterio y la oscuridad. Allí en el siglo XV el infante Enrique el Navegante creó la Escuela de Navegación, de la que fueron alumnos navegantes ilustres como Vasco de Gama o Cristóbal Colón. Esta escuela fue objeto de muchas vicisitudes a lo largo de su historia, como por ejemplo, los ataques de piratas liderados por el temible Francis Drake en el siglo XVI o las secuelas que sufrió por el terremoto de 1755. Así que, ahora lo único que queda realmente en pie allí es un colosal faro, que es el más grande de Europa y que aún está en funcionamiento.
Del Cabo de San Vicente lo más destacado son sus espectaculares y rocosos acantilados y sobre todo y por encima de todo, sus indescriptibles puestas de sol y justo en ese momento mágico del atardecer, es cuando hay que aparecer por allí, con la cámara lista para disparar.
Y por supuesto, la próxima vez que vaya al Cabo de San Vicente (¡porque volveré!), no me vendré sin unas cuantas docenas de fotos de una puesta de sol, aunque tenga que volver varias veces (mi amiga lo consiguió en el tercer intento).
Para que os hagáis una idea de lo que os podéis encontrar allí y para ir abriendo boca, incluyo un par de videos del cabo de San Vicente y Sagres y el cabo de San Vicente.
Por cierto Carmen, te recuerdo que me has prometido hacer un día una colaboración sobre cuidados de nuestras mascotas (¡bueno, de las mías no, que mis únicas mascotas son de peluche!)
Viajes
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