El nombre de este blog es mi pequeño homenaje a las maletas, esas compañeras fieles e imprescindibles en todos nuestros viajes y que por suerte, con el tiempo fueron evolucionando hasta llegar a tener en la actualidad unas maravillosas ruedecitas que nos permiten poder tirar de ellas (en lugar de cargarlas) y hacer nuestros viajes mucho más placenteros aún. ¡Qué bien nos hubieran venido a muchas y a muchos hace unos cuántos años!

Amigos curiosos y viajeros

martes, 28 de diciembre de 2010

EL MISTERIO DE LA MALDICIÓN DE TUTANKHAMON ¿FANTASIA O REALIDAD?



Actualmente hay una exposición en Madrid sobre Tutankhamon, que está teniendo un gran éxito de visitantes, aunque la verdad es que no es de extrañar, ya que todo lo relacionado con este faraón egipcio ha ejercido siempre una gran fascinación en la gente, debido a las circunstancias relacionadas con su vida y con su muerte (¿fue realmente asesinado?) y principalmente, por varios hechos luctuosos que tuvieron lugar después de que se encontrara su tumba, hechos que dieron lugar a que se creara en la mente de la gente la creencia de la existencia de una maldición, la maldición de Tutankhamon…………..

Lord Carnarvon era un rico aristócrata inglés aficionado a la egiptología, algo bastante de moda a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Para poder hacer frente a una expedición que pudiera tener éxito, debía formar un equipo que se encontrara encabezado por un experto. Y así en 1907 contrata a Howard Carter para que realizara las excavaciones por él. Entre 1908 y 1912, Carter realizó infructuosas excavaciones en algunos sitios. Carnarvon logró convencer en 1914 al gobierno local de Egipto, de que le concedieran permiso para realizar excavaciones en el Valle de los Reyes, donde anteriormente se habían hallado una gran cantidad de tumbas reales, en su mayor parte saqueadas con anterioridad a la llegada de los europeos. Sin embargo, como consecuencia de la guerra, los trabajos se vieron retrasados durante tres años. Durante varios años, Carter dirigió las excavaciones intentando encontrar la tumba de Tutankhamon, uno de los pocos reyes egipcios cuya tumba aún no había sido encontrada.
Lord Carnarvon

Muerto en plena adolescencia en el año 1340 antes de Cristo, nadie sabía con exactitud en donde se hallaba su tumba. Por más de 3270 años su cuerpo había quedado oculto a los ojos del mundo. A la codicia y la maldad de la raza humana. Al igual que sus antecesores, Tutankamón había sido enterrado en el Valle denominado de los Reyes. Por siglos el Valle de los Reyes había sido saqueado por todo tipo de maleantes, aventureros, conquistadores y, finalmente los arqueólogos, que deseaban los ocultos tesoros del lugar. El valle fue saqueado de una forma tal que sus paredes graníticas parecían un paisaje escapado de la Luna. Se llegó al convencimiento de que todos los Faraones habían rendido sus secretos a la Humanidad en una u otra forma. Pero aún quedaba una... Tutankhamon.

Carnarvon estuvo a punto de abortar la misión, pero Carter logró convencerlo de que le permitiera excavar durante un año más. Finalmente el 4 de noviembre de 1922, habría de pasar a la historia como uno de los más trascendentes de la historia de la arqueología y como el día de gloria de Howard Carter, ya que realizando excavaciones en uno de los últimos puntos, se encontró por fin, con la tumba de Tutankhamon.



Cuando por fin pudieron tener acceso a la puerta y derribarla parcialmente, todos los presentes quedaron atónitos ante la visión que les ofrecía el interior de la tumba. Se encontraban ante un salón, en cuyo extremo opuesto se encontraba otra puerta, custodiada por dos estatuas de piedras. En desorden se encontraban, esparcidos en el interior del salón, varios objetos que sorprendieron a todo el mundo, por su belleza y por su incalculable valor económico.


Cuando pudieron abrir la segunda puerta, se encontraron con la antecámara, en la que también se encontraron con muchos objetos de valor, así como utensilios variados, necesarios para la vida más allá de la muerte, según la creencia de los antiguos egipcios.

Plano de la tumba

Pero no fue hasta febrero de 1923 que pudieron tener acceso a la cámara mortuoria, debido a la gran cantidad de trabajo (fotografía, catalogación y traslado para su estudio) que debían hacer con los objetos encontrados en las dos primeras cámaras. Si habían quedado sorprendidos por los hallazgos hechos en las cámaras anteriores, mucho mayor fue la sorpresa cuando ingresaron a la cámara mortuoria, ya que se hallaba colmada de una enorme cantidad de objetos valiosísimos, tanto en su valor en oro como por la belleza de objetos tan finamente elaborados. Eran tres los ataúdes que guardaba la gran urna de piedra. El interior de los dos primeros estaba revestido en madera con marquetería de oro y piedras preciosas el tercero, todo él de oro macizo, guardaba el cuerpo momificado de Tutankhamon. La imponente máscara funeraria, réplica de sus facciones, también estaba trabajada en oro, con gemas incrustadas e iluminada con esmaltes. Había piedras preciosas en montones, muebles de oro sólido, vasos de exquisita configuración, mantos reales conservados en perfecto estado, y finalmente un trono real de oro que por sí solo valía el rescate de un Emperador y todo esto, sin contar infinidad de pequeños objetos, cada uno de los cuales hubiese hecho las delicias de cualquier museo en el mundo a un precio de millones.






Cofre canopo que alojaba los pequeños
féretros con los órganos del rey


Maniqui con los rasgos de Tutankhamón
que servia para sostener joyas y prendas de vestir
Reposacabezas


Sandalias del faraón

Silla para niño

Tablero de juego sobre base de cuatro patas con trineo



Reconstrucción del rostro de Tutankhamón, basándose
en los exámenes de tomografia computerizada

Dicen que los ocultistas de varios lugares del mundo concentraron su atención en el descubrimiento, sobre todo cuando se divulgó la existencia de una placa de arcilla con inscripciones jeroglíficas. Se trataba de una maldición que rezaba así: “Todo aquel que ose perturbar el sueño eterno del faraón será herido por las alas del pájaro de la muerte”. Quizá fue la causa de la magia empleada por los brujos de la época, o a la que siglos antes invocara el sacerdote en su maldición, pero el caso es que el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon desató una serie de extraños acontecimientos, que difícilmente se explican por la ley de las probabilidades casuales.


Carnarvon jamás regresó a su patria. Sufrió de fuertes escalofríos, fiebre y sufría una ligera intoxicación de sangre. Murió el 5 de abril a los 57 años, misteriosamente se produjo un apagón de luz sin explicación técnica, al momento de su muerte. Los médicos egipcios e ingleses que atendieron al infortunado aristócrata atribuyeron la enfermedad y muerte de Carnarvon a la picadura de un insecto infectada. El calor de Egipto y la falta de higiene del campamento en el Valle de los Reyes se habrían combinado para causar una septicemia o infección generalizada. Carnarvon fue picado en la mejilla izquierda y, cuando se retiraron las vendas a la momia de Tutankhamon, se descubrió que el joven rey tenía una marca exactamente en el mismo lugar... y además, en el mismo instante en que él murió Suan, su perra fox-terrier, comenzó a aullar en Inglaterra muriendo en brazos del mayordomo. La familia Carnavon, reunida en el hotel Continental Savoy en El Cairo recibió la noticia por la enfermera que lo había cuidado. Nada más terminar la frase todo quedó a oscuras; un fallo en el suministro de energía dejó sin luz a toda la capital egipcia.

La siguiente víctima fue el arqueólogo norteamericano Arthur Mace, quien ayudó a Howard Carter a traspasar el muro de la cámara funeraria y que, aunque no entró con la selecta comitiva, pudo hacerlo con mayor comodidad más tarde. Comenzó a quejarse de una sensación de fatiga y de un fuerte dolor en el pecho, perdió el conocimiento y murió sin recuperarlo…….

La muerte de Carnarvon llegó a los oídos de su amigo George Jay Gould, magnate del ferrocarril que vivía en Estados Unidos, quien quiso conocer la tumba que algunos llamaban asesina, murió al día siguiente con fiebre muy alta.

Algo parecido le sucedió al industrial sudafricano Joel Woolf, quien tuvo el valor de demostrar que no le temía a los faraones. Entró a la tumba y de regreso a Londres, enfermó en el barco y murió sin llegar a Inglaterra.

En 1923 la momia de Tutankhamon fue llevada a la Universidad del Cairo en Noviembre 11 de 1925. Se trataba de hacerle la autopsia bajo el escalpelo profesional del doctor Douglas Derry, una autoridad en la materia. Poco después, el que ayudó al doctor Derry en la autopsia, realizando la mayor parte de la operación, murió de un ataque al corazón. Sin embargo, el principal ejecutor de la autopsia, el mismo Derry sobrevivió hasta pasados los ochenta años. La teoría de la maldición tenía sus pros y sus contras. El mismo Carter sobrevivió a su descubrimiento hasta los 67 años y murió de aparentes causas naturales.


Durante los siguientes cuatro años, el número de víctimas alcanzó el número de veintidós de las cuales trece habían estado presentes en el momento de ser abierta la cámara real o penetraron en ella más tarde. Para 1936, 33 personas vinculadas directa o indirectamente con el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon habían muerto trágicamente. Lo cierto, es que hasta para el más escéptico la lista más pequeña resulta impresionante.

Sólo Howard Carter permaneció indemne y murió de causas naturales en 1939, pero no sin antes ser testigo de una escena aterradora. Sintiéndose muy solitario y cansado, había instalado en la tumba - donde trabajó diariamente durante 16 años - una jaulita con un canario, cuyo canto ponía algo de alegría en el sombrío ambiente. Una tarde notó que el canto se interrumpía bruscamente y, a levantar la vista, vio una cobra (como se sabe, esta es la serpiente guardiana de los faraones) devorando a su infortunada mascota..

Treinta años más tarde, el Director de Antigüedades de Egipto, Dr. Mohammed Ibrahim, firmó un documento decididamente polémico: la autorización para que los tesoros de la tumba de Tutankhamon fueran trasladados a París, donde serían exhibidos. Desde el momento en que Egipto se había independizado de Inglaterra, el gobierno había establecido un férreo control sobre las excavaciones arqueológicas y controlaba cuidadosamente que los tesoros desenterrados por equipos extranjeros no fueran retirados del país, un tardío pero bienintencionado intento de detener la depredación que condujo a buena parte de los tesoros egipcios a los museos de Europa y los Estados Unidos. El viaje de los tesoros de Tutankhamon era de por sí un tema polémico. Al concluir su jornada laboral, Mohammed Ibrahim salió de su oficina en el Museo de El Cairo y al cruzar la calle fue atropellado por un camión. Murió instantáneamente.

El doctor Ezze-din Taha, de la Universidad de El Cairo, descubrió que varios arqueólogos y personas que trabajaban con restos antiguos solían padecer infecciones en la vías respiratorias debidas a la existencia de diversos hongos. En 1962 expuso que la famosa maldición podría tener origen en estos peligrosos hongos. Al salir de la conferencia tomó su coche. En la larga carretera de El Cairo a Suez chocó frontalmente contra otro coche. La autopsia demostró que su muerte se debió a un fallo cardiaco ocurrido pocos segundos antes del accidente.

Tres años después, Richard Adamson, único superviviente de la expedición de Carter y Carnarvon, declaró durante un reportaje que "la maldición de la momia" no era sino "superchería barata". Su esposa murió al día siguiente, dando pié a toda clase de especulaciones. Tiempo más tarde, Adamson volvió a negar la existencia de una maldición y su hijo padeció un grave accidente, sufriendo fractura de columna. El arqueólogo se negó hasta el día de su muerte a volver a hablar del tema.

En 1972 el nuevo director del Departamento de Antigüedades egipcio, Gamal ed-Din Mehrez, sucesor de Ibrahim, afirmó a Philipp Vandenberg que no creía en la maldición: "Fíjese en mí, toda la vida he estado trabajando con tumbas y momias. Seguramente soy la mejor prueba de que todo son coincidencias" Gamal murió la noche siguiente a la supervisión del empaquetado de los objetos destinados a la exposición que se iba a celebrar en Londres.

Los miembros de la tripulación del avión que efectuó el traslado a la capital británica se vieron también alcanzados por la maldición. El teniente Rick Laurie murió en 1976 de un infarto. Su esposa se volvió loca y contaba a todo el mundo que su marido murió por culpa de la maldición. El ingeniero de vuelo Ken Parkinson tuvo un grave ataque cardíaco al cumplirse el aniversario del viaje. Sobrevivió, pero, a partir de entonces, volvió a sufrir un infarto cada año en la misma fecha. En 1978, su corazón debilitado por 11 crisis sucesivas se detuvo para siempre. Era, claro, el día del aniversario del viaje.... El oficial Ian Lansdown confesó haberse burlado de la maldición dando una patada al cofre que transportaba la mascara. Se fracturó esa misma pierna al romperse una escalera de hierro y su curación se complicó hasta que pasados seis meses pudo volver a andar. La casa del teniente Jim Webb se incendió mientras pilotaba el avión hacia Londres. Y Brian Rounsfall que se burló junto con Ian de la maldición dedicándose a jugar a las cartas sobre la caja que contenía el sarcófago sufrió dos infartos el año siguiente.

La lista continuó de nuevo en los años ochenta destacando la filmación de la película La maldición del rey Tut en donde se usaron objetos pertenecientes a Tutankamón. El protagonista, Ian McShane, cayó con su coche por un acantilado el primer día de grabación rompiéndose la pierna por diez sitios.

Un equipo de la BBC de Londres realizó un documental en la tumba pero la filmación fue reiteradamente interrumpida porque las luces se quemaban y los fusibles saltaban una y otra vez, la última dejando al aterrado equipo en la más absoluta oscuridad. Al regresar al hotel, 2 de los integrantes casi pierden la vida cuando el ascensor en el que viajaban cayó 21 pisos. Los más audaces decidieron llevar a cabo un ritual destinado a aplacar a los muertos, pero al terminar fueron atrapados por una tormenta de arena y sufrieron lesiones oculares.

Parece ser que la maldición lleva años inactiva. Quizás sea auténtica, quizás sólo sean coincidencias sorprendentes, pero ahí sigue en pie desafiando cualquier explicación. Y aunque investigadores modernos intentan explicar estas extrañas muertes, con el argumento de que era fácil morirse en aquellos tiempos, cuando la penicilina no existía, sin embargo, muchos sostienen que tan extraña sucesión de acontecimientos funestos, tienen como única explicación la maldición de la tumba de Tutankhamon, para todo aquel que profane su tumba, interrumpiendo su descanso en el más allá……….. Como en tantos otros extraños acontecimientos de la historia, la falta de evidencias científicas comprobables permite sostener el mito a través de los tiempos.


Fotos que ilustran este post: han sido tomadas (excepto tres) por la autora del blog, en la exposición "Tutankhamon: la tumba y sus tesoros" (*).
Fuentes del post: mundocuriososencillo.com/ escalofrio.com/ nuestropensar.com.
Las fotografias realizadas al equipo de la expedición de Howard Carter fueron hechas por Harry Burton.


(*) La exposición "Tutankhamon: la tumba y sus tesoros" estará expuesta en el Pabellón 12 de la Casa de Campo (metro Lago) hasta el dia 16 de enero en Madrid. Es una reproducción a escala original de las cuatro cámaras funerarias y de las más de mil réplicas de los objetos hallados en su tumba, además te proporcionan una audioguia con la que puedes seguir la exposición con todas las explicaciones detalladas y además se incluyen dos proyecciones de películas sobre el descubrimiento de la tumba y sobre la historia de los faraones en la época en que vivió Tutankhamon. Pinchando en el titulo de la exposición podréis ir al enlace de su página web, donde poder encontrar toda la información detallada sobre la misma. Vale realmente la pena (¡ah! los lunes el precio resulta más económico, concretamente 4 euros menos).

4 comentarios:

  1. CHARO, MADRILEÑA29/12/10, 22:00

    caray con la expedición de tutankamon, que odisea ha pasado, cuantas muertes habido, quizá haya algo de verdad en la maldición, por eso , hay que dejar en paz las tumbas, no hay que especular, vale más la vida, que la curiosidad.
    egipto, es una ciudad misteriosa e interesante de visitar.

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  2. Que maravilla de exposición, Nieves, y muy buenas las fotografias.
    No sé si sea verdad la maldición, pero lo que no cabe duda es que la codicia provoca mucha desdicha.
    FEliz año.

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  3. Charo, tener curiosidad es siempre bueno, en general, pero claro, siempre con un respeto hacia los demás y en el caso de la entrada de hoy sobre Tutankhamon, es dificil decir que es más importante: el derecho a conocer y explorar para poder saber más cosas de nuestra historia o el derecho de los muertos a ser respetados en su descanso.... Un beso muy fuerte,

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  4. Lola, me alegro mucho de que te haya gustado la entrada y las fotografias, y ya sabes que me encanta que por lo menos a través de lo que yo pueda contar aqui en mis pequeñas experiencias de ocio y viajes, otras personas puedan también vivirlo y disfrutarlo. Y te deseo que tengas un gran 2011, igual o aún mejor que este que has tenido. ¡Un besazo y un abrazo muy fuerte!

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