Rosemary Kennedy, hermana de los famosos John y Bobby, era
la tercera de los nueve hermanos Kennedy y la primera descendiente mujer de
todos ellos. Fue una niña deseada. Nació el 13 de septiembre de 1918 en la
residencia de la familia Kennedy en Boston. Se llevaba tres años con Joseph
Junior, el ojito derecho de papá, y uno con JFK. Su madre, Rose, después de dos
varones, anhelaba una niña. Todo estaba dispuesto para el alumbramiento, pero,
según la historia oficial, el ginecólogo de la familia llegó tarde y la cabeza
de Rosemary se atoró en el canal del parto. Su cerebro estuvo privado de
oxígeno durante unos instantes preciosos. Conforme fue creciendo se quedaba
embobada, le costó aprender a caminar, a sostener la cuchara y a leer, aunque
finalmente lo consiguió e incluso escribía largas cartas y llevó un diario
íntimo. En la escuela informaron a sus padres de que su cociente intelectual
era bajo y que no era capaz de seguir el ritmo de la clase. Algunos compañeros
se burlaban de ella y se enzarzó en más de una pelea, lo que le granjeó fama de
colérica. Con la excepción de Eunice, sus hermanos tampoco tuvieron paciencia
con ella.
Su retraso era leve, según el historiador Edward Shorter. Era simple, inocentona,
quizá disléxica, quizá bipolar. Eso nunca se supo. Pero lo que si está claro es
que la lista de las cosas que podía hacer superaba con creces a las tareas que
le resultaban irrealizables. Rosemary era muy responsable. La dejaban a cargo
de seis niños cuando visitaba la casa de cierta amiga. Se los llevaba a la
playa, los vigilaba, nadaba con ellos, les daba de merendar y, de regreso, los
acostaba y les leía un cuento. Tenía unos modales exquisitos en la mesa. Dio
clases de baile y acompañaba a sus hermanas a las fiestas, aunque no sabía
flirtear y terminaba bebiendo ponche en un rincón. Jugaba durante horas al
tenis con su madre y era una nadadora excepcional. Solía ganar a sus hermanas.
Y se enfadaba si perdía. Nadar era una de las pocas ocupaciones en las que
superaba al resto del clan. Y gozaba contándole a su padre sus hazañas en la
piscina. Pero si alguna vez Joe se sintió orgulloso de su hija, no lo demostró.
En 1935, Eunice y Rosemary fueron juntas a Europa de
vacaciones. «Montamos en barco en Holanda, escalamos montañas en Suiza, remamos
en el lago Lucerna. Rosemary podía hacer todas esas cosas tan bien como yo.
Nadar, remar… Podía caminar más rápido y distancias más largas. Y era muy
divertida”.
Cuando los Kennedy regresaron a Estados Unidos en 1940,
Rosemary, que tenía 21 años, comenzó a empeorar súbitamente. Su incapacidad
para estar a la altura de sus brillantes hermanos la tenía amargada. Comenzó a
tener episodios de histeria, lanzaba los platos contra el suelo y golpeaba a
los que estaban a su alrededor. Rosemary era incapaz de medirse a sus ocho
hermanos en el seno de una familia ultracompetitiva. Frustrada, tenía
berrinches, pataletas, ataques de histeria. También por esa época comenzaron
las escapadas nocturnas. Vagabundeaba por las calles de Boston en busca de
cariño. Mendigando abrazos de desconocidos. No era capaz de tener novios
formales, como sus hermanas, pero tenía una sexualidad tan arrolladora como sus
hermanos varones, unos gallitos de los que se alababa su hombría mientras fuesen
discretos. Y ella era una mujer. Y su obligación era comportarse como una dama.
Pero Rosemary se acostaba con cualquiera. O eso se rumoreaba. Joe Kennedy, el
patriarca, ex embajador en Londres y la Santa Sede, estaba abochornado. La
joven díscola podía quedarse embarazada en una de sus correrías nocturnas.
Sería un escándalo que arruinaría la reputación de la familia. Una mancha en el
honor de sus mejores y más inteligentes vástagos, para los que planeaba una gran
carrera política.
Sus padres se alarmaron. «Mi madre la llevó a docenas de
médicos. Todos coincidían en que no mejoraría y que sería más fácil cuidarla en
una institución psiquiátrica», recuerda Eunice. Una idea que ya se había
barajado cuando Rosemary era quinceañera. El padre entonces se opuso, pero en
el otoño de 1941 el comportamiento de Rosemary lo tenía abrumado. Así que
recurrió a una medida desesperada, pero elegante en aquella época.
Y así pues, Rosemary fue lobotomizada a la edad de 23 años. No
era un tratamiento típico, pero sí estaba de moda entre las familias
adineradas, como el electroshock. Joe Kennedy no le dijo nada a Rosemary de la
arriesgada intervención que estaban a punto de practicarle ni a su esposa,
Rose. Fue una decisión irrefutable tomada por el jefe del clan. Y el resultado
fue devastador, tanto que la enfermera
que asistió a la "operación" dimitió acto seguido, y a ella, a
Rosemary, la dejaron incapacitada para las tareas más básicas de la vida para
el resto de sus días. Salió de la operación sin poder hacer nada por sí misma y
así se quedó para siempre. El resultado fue tan vergonzoso, que Joe, el
patriarca, decidió que Rosemary desapareciera de los álbumes de fotos de
la familia en particular y de la existencia de ésta en general y empezó a
recluirla en conventos e instituciones privadas en los que la cuidaban y al
mismo tiempo, la ayudaban a ser invisible para el mundo.
En aquella época las familias se avergonzaban si tenían
hijos retrasados o con problemas mentales. Los escondían. Los recluían. ¿Qué
hacer con aquella criatura que salió del quirófano con la mirada ausente y
condenada a babear de por vida? Joe la hizo desaparecer. Así de simple. No se
supo nada de ella durante siete largos lustros.
Los Kennedy se inventaron mil historias para justificar la
desaparición de Rosemary (que era institutriz en Wisconsin, que tenía
meningitis, etc...) y todas ellas igual de falsas. Sin embargo, como la verdad
siempre acaba saliendo a la luz, el 5 de Octubre de 1975, Rosemary escapó del
convento en el que estaba recluida y un reportero de la CBS, Peter Nolan, la
descubrió vagando por las calles con la mirada perdida y el andar tambaleante.
A partir de ahí las preguntas empezaron a sucederse y poco a poco empezó a
saberse la verdad, o sea, que los Kennedy habían condenado a una de sus hijas a
vivir como un vegetal para toda la vida y que la habían escondido para ocultar
al mundo lo que habían hecho.
Rosemary murió el 7 de enero de
El drama de Rosemary apenas merece atención en la enorme
bibliografía que existe sobre los Kennedy, aunque inauguró la maldición que
persiguió siempre al clan, después vendrían las muertes de sus hermanos Joe
Junior en la guerra y de Kathleen en un accidente de avión y los asesinatos de
JFK y Bobby. Rosemary sigue siendo tabú y reconstruir su historia es como armar
un rompecabezas. Y una pieza importante
para hacerlo es el libro de memorias que Rose, la madre indestructible
fallecida a los 104 años, publicó en 1974, dedicadas a su hija y a sus
semejantes «mentalmente deficientes, pero sanos de espíritu». En ellas cuenta
que «Joe y yo consultamos a los mejores especialistas, que nos aconsejaron
cierta clase de neurocirugía. La operación puso fin a las crisis convulsivas y
los accesos de violencia, pero también convirtió a Rosemary en una inválida.
Perdió todo lo que había ganado durante años gracias a su esfuerzo y a nuestro
cariño. Dejó de tener autonomía y necesitaba vivir bajo el cuidado de otra
persona». La familia Kennedy jamás reconoció públicamente que aquella «clase de
neurocirugía» fue una lobotomía.
Pero Rosemary dejaría un vasto legado en sus hermanos y sobrinos. Joe, por ejemplo, creó una fundación para la investigación de discapacidades intelectuales. John Fitzgerald cuando llegó a ser presidente de los EE.UU. hizo varias leyes para mejorar la calidad de vida de los americanos con discapacidad. Jean creó la VSA (Very Special Arts) organización cuyo propósito era dar a la gente con discapacidad la oportunidad de aprender y disfrutar a través del arte. Su sobrino Anthony Shriver creó Best Buddies, una organización que lucha por la integración de las personas con discapacidad intelectual. Y Eunice con el tiempo fundaría los Special Olympics, una
competición deportiva para minusválidos psíquicos, como homenaje a su hermana Rosemary y quizás también, como expiación...
Además de todo lo anterior, muchas escuelas y hospitales de todo el mundo llevan el nombre de Rosemary Kennedy.
Una historia triste la de Rosemary, una chica con
problemas que nadie supo o quiso tratar debidamente y que acabó siendo el
desecho de su propia familia, esa que luego andaba dando grandes discursos
morales y mostrándose al mundo como un clan unido y lleno de rectitud e
integridad.
Fuentes:
www.theguardian.com
Una historia interesante de la que nunca había oído hablar.
ResponderEliminarLas desgracias de los Kennedy fueron terribles.
Un saludo.
Me alegro de que te haya resultado interesante Helio. Un abrazo y Feliz Dia!
EliminarImpressive as the family was large and beautiful. Gradually, many were dying of surprising way. I enjoyed seeing the photo of the brothers as if they were a ladder.
ResponderEliminarRegards
They were a real film family, with fame and happiness but shades and sadness as well. Hugs and kisses,
EliminarMenudo drama, increíble la injusticia que cometieron con esta mujer, le cortaron su humanidad y le truncaron la vida y después lo taparon como algo vergonzoso, que familia mas hipócrita, terrible.
ResponderEliminarSaludos
Fue un capitulo bastante sórdido el de la historia de la pobre Rosemary, quizás tengan razón toda la gente que habla de la maldición de los Kennedy como su origen en esta historia oculta de la familia. Un abrazo y feliz viernes,
EliminarLeí hace tiempo la triste historia por lo que me alegro de todo lo que les pasa a esta familia, será el karma.
ResponderEliminarUn beso
Pues quizás ahí esté la explicación de tantas muertes y accidentes y dramas en esta familia después de lo de Rosemary. Un beso y Feliz Dia del Padre,
EliminarQue vergüenza ocultar a su propia hija, cuando necesitaba cariño y muchas atenciones.
ResponderEliminarEra ante todo el honor con cara a la sociedad. Tenía que ser hijos perfectos no felices.
Una auténtica vergüenza y encima en gente con dinero que podría perfectamente haberla dado a su hija una mejor vida, en lugar de dejarla convertida en un vegetal. Fue absolutamente inhumano e injusto para ella. Y tú lo has resumido muy bien: querían hijos perfectos de cara a la galeria, no que fueran felices.... Un beso,
EliminarQue historia tan triste, la de personas que habrán sufrido situaciones similares por ignorancia y falta de empatía de los que más tenían que amarla.
ResponderEliminarUn abrazo Nieves y gracias por traernos esta historia
Pues si, pero imaginate que encima este familia si tenía posibilidades económicas y podría haberla dado a su hija una buena calidad de vida dentro de sus limitaciones. Muy triste de verdad. Un abrazo y gracias a ti por pasarte, un placer verte de nuevo.
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