El nombre de este blog es mi pequeño homenaje a las maletas, esas compañeras fieles e imprescindibles en todos nuestros viajes y que por suerte, con el tiempo fueron evolucionando hasta llegar a tener en la actualidad unas maravillosas ruedecitas que nos permiten poder tirar de ellas (en lugar de cargarlas) y hacer nuestros viajes mucho más placenteros aún. ¡Qué bien nos hubieran venido a muchas y a muchos hace unos cuántos años!

Amigos curiosos y viajeros

jueves, 28 de enero de 2016

FLORENCE NIGHTINGALE, UNA PIONERA DE LA ENFERMERIA EN LA INGLATERRA VICTORIANA


Hay un dia al año en que se conmemora el Dia Internacional de la Enfermeria, concretamente el 12 de mayo, fecha fijada por ser ésta el dia del nacimiento de una mujer que sería considerada pionera en la formación en Enfermeria, Florence Nightingale.

Florence Nightingale se hizo célebre curando a los enfermos y a los heridos durante la guerra de Crimea (1854-1856). Fue una reformadora, estadística, administradora  e investigadora, pero los estudios sobre su influencia como educadora fueron fundamentales.

Florence, que nació en 1820, era la segunda hija de William y Frances Nightingale, un matrimonio acomodado adepto de la doctrina unitaria (disidentes de la Iglesia anglicana). Florence creció en una época de intensos cambios sociales, en un entorno de ideas liberales y reformistas.

Una de los hogares donde vivió la familia de William Nightingale
(ahora es un colegio)
La educación, tanto de Florence como de Parthenope, su hermana mayor, fue supervisada por su padre, que había estudiado en la Universidad de Cambridge. Su programa de estudios comprendía el latín, el griego, la historia, la filosofía, las matemáticas, las lenguas modernas y la música. William Edward Nightingale fue un hombre de ideas progresistas en lo referente a la mejora de la sociedad y a la educación de la mujer, por lo que se ocupó de la educación de sus hijas con una seriedad que por lo general solía reservarse a la educación de los hijos varones. Pero una mujer de la posición social de Florence tenía escasas oportunidades de aplicar en la práctica sus conocimientos. Era todavía una adolescente cuando empezó a sentir un conflicto entre su propia voluntad de acción y los placeres de la animada vida social.

Una joven Florence Nightingale
A los 17 años Florence, según recoge en unos apuntes personales, tuvo una experiencia mística: sintió su “vocación”, una experiencia decisiva que fortaleció su convicción de que no estaba hecha para una vida ordinaria. Entre los 20 y los 30 años, hubo frecuentes conflictos con sus padres que proyectaban el matrimonio para ella, pero logró mantener tenazmente su independencia.

En 1845 Florence, decidida por cualquier medio a aprender la enfermería en la práctica, había pedido permiso a sus padres para atender a los enfermos en la Clínica Salisbury, cuyo médico jefe era un amigo de la familia. Pero no obtuvo el ansiado permiso, y no porque tuvieran algo en particular contra el hospital, sino porque sus padres consideraban que no era un trabajo adecuado para una dama de su posición social.

En 1849 Florence se embarcó en un viaje cultural por Egipto y Grecia durante el que dedicó algún tiempo a tomar apuntes detallados sobre la situación social y sobre los vestigios arqueológicos. En el viaje de regreso, de paso por Alemania, el grupo visitó Kaiserswerth,  un hospital que era además orfanato y escuela. A los treinta años, “la edad a la que Jesucristo comenzó su misión”, Florence volvió a Kaiserswerth para recibir una formación de enfermera, pese a la tenaz oposición de su familia.


En 1854 Florence Nightingale estaba buscando nuevas oportunidades de demostrar sus aptitudes, por ejemplo en tanto que enfermera jefe en algún hospital de Londres, cuando estalló la guerra de Crimea. Y Florence Nightingale fue designada para dirigir a un grupo de enfermeras, lo que era algo que no tenía precedente alguno. Ninguna mujer había ocupado antes un puesto oficial en el ejército.

Aunque la idea de formar enfermeras no era totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras, que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante creado por Charles Dickens. 


Cuando llegó a Crimea no había equipo, sala de operaciones, medicamentos, ni nada. Las tazas de estaño servían para todo: para lavarse, comer y beber. Sin luz, sin apoyo, luchando contra celos y rencores, ella pudo más y cambió todo. Cuando el embajador inglés se negó a pagar los salarios de los obreros turcos contratados para reparar los edificios, fue el dinero de Florence y de las colectas organizadas por The Times el que saldó la deuda. Los médicos seguían hostigándola -por ser mujer y jefa de enorme eficiencia práctica y técnica a los 34 años-; algunas enfermeras creándole obstáculos; las rivalidades personales y religiosas entorpeciéndolo todo; pero Florence supo imponerse aún a sus propias dolencias físicas.
En Crimea se hizo famosa organizando un servicio de enfermeras para los soldados británicos de la Guerra de Crimea: en el hospital de campaña de Usküdar o Escútari (Turquía) consiguió mejoras sanitarias espectaculares, enfrentándose a los prejuicios de los médicos militares y a la pobreza de medios con que el ejército solía tratar a los soldados. Su labor alli le supuso el reconocimiento mundial como enfermera. Trabajadora incansable, Florence no dejaba a sus enfermos ni durante la noche, cuando realizaba rondas a la luz de un candil. Aquella anécdota le valió el sobrenombre de “La Dama de la lámpara”.


Pero su estancia en Crimea no sólo le reportó satisfacción personal, también consiguió un reconocimiento público de la profesión y ayudas económicas para crear una escuela de enfermeras. En 1860 se inauguraba la Nightingale Training School en el Hospital Saint Thomas de Londres. Se creaba la primera escuela de enfermería laica del mundo. En 1893, el juramento Nigthingale que realizaban todas las estudiantes graduadas se creó en su honor.

En su incansable devoción por la profesión, Florence quiso poner por escrito todos sus conocimientos. Florence recibió importantes premios como la Real Cruz Roja otorgada por la Reina Victoria o la Orden del Mérito del Reino Unido.

Su interés por otros campos como la estadística también le valieron grandes honores como ser admitida en la Royal Statistical Society británica y miembro honorario de la American Statistical Association.

Lápida donde está enterrada Florence Nightingale
(Iglesia de Saint Margaret, en East Wellow, Hampshire)
Florence pasó muchos años postrada en una cama a causa de una enfermedad contraída en Crimea. A esto se sumó una depresión que fue apagando la vida de esta gran mujer. Y el 13 de agosto de 1910, con 90 años, moría en su cama en su casa de Londres.


“Educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer”.


Fuentes:


4 comentarios:

  1. Hi Nieves,
    I enjoyed reading this brief biography of this woman ahead of her time!
    What also caught my attention was that she lived 90 years.
    Very impressive, since she lived in a time without powerful drugs, there were communicable diseases, she cared for many people and yet she lived decades.

    Greetings.

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    Respuestas
    1. I am glad you enjoyed the post about the life of this great and very special woman. It was very interesting for me too to know all about her. Have a lovely week ahead Sissy!

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  2. Interesante, Nieves, ella peleó por ejercer su vocación contra viento y marea, fue una luchadora.
    ¿Todas las enfermeras se enamoran de sus pacientes? Hace años leía algo sobre esto, y salía su nombre.
    Saludos
    :)

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    Respuestas
    1. Realmente fue una enfermera con mayúsculas y absolutamente vocacional y humana, no me extraña que la consideren la "madre" de la Enfermeria. Y lo de enamorarse de los pacientes no sé.... se lo preguntaré a mi sobrina Cristina, que es enfermera jejejje, aunque, en serio, yo lo que siempre habia oido es que ellas se enamoraban de los médicos, igual que las secretarias de sus jefes, pero no lo de enamorarse de los pacientes. Un abrazo y que tengas un feliz lunes Ana,

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