VISITANDO LA PRECIOSA ESSAOUIRA, EL ANTIGUO RETIRO HIPPY DE JIMMY HENDRIX

Como decia en el post anterior, teníamos un interés muy especial en visitar esta ciudad de la costa marroquí. Como el tren no llegaba hasta allí (la idea era haber ido con la compañía ONCF, que es como RENFE en España y así hubieramos aprovechado más nuestro tiempo), decidimos irnos a la estación de autobuses y coger un autobus local para desplazarnos hasta allí y desde luego, descubrimos lo que es la aventura y mezclarte con los nativos. Tardamos cerca de cinco horas para recorrer poco más de 150 kms. Aunque tengo que decir que hay también otra compañía de autobuses más rápida y moderna, que dispone de un servicio mucho mejor que estos autobuses locales, es la CTM, aunque nosotros no tuvimos tiempo ni ocasión de poder elegir. Y una vez que llegamos a la estación, algo que nos pareció muy curioso fue observar la competitividad que tienen estos autobuses locales, porque son todos de propiedad particular y cuando alguien llega a la estación, cada uno de ellos tienen contratados a vendedores de billetes que se lanzan a la busca y captura del cliente que acaba de pisar la estación para llevárselo a su autobús y hasta que el autobús no se llena, no sale, por lo que es bastante inútil mirar el horario de los autobuses, sencillamente porque los horarios no se respetan y nunca sabes a que horas saldrás, pero mientras sales, disfruta la espera ¡carpe diem!

Esperando a que saliera nuestro autobus, me llamaron especialmente la atención los niños que se subian a los autobuses para venderte desde botellas de agua hasta paquetes de kleenex o incluso unas babuchas. Nosotros les cogimos unas botellas de agua y yo les regalé algunos de los muchos pins que llevaba en mi mochila, cualquier cosa les hacia ilusión, aunque seguramente lo que realmente hubieran preferido ellos hubiera sido el regalo de unos cuantos dirhams, pero la verdad es que los crios en Marrakech te cautivan y te conquistan, con su zalamerias y simpatia, y además son todos muy guapos, tienes que ser realmente muy dura para no dejarte ablandar por alguno de ellos.

Finalmente llegamos a nuestro destino, con dolor de trasero y cansados ya antes de empezar nuestra visita, por la lentitud del viaje, por el excesivo calor (por supuesto, sin aire acondicionado) y por la incomodidad de los asientos. Aunque a pesar de todos los inconvenientes, me encantó haber hecho el viaje en uno de esos autobuses “locales”, destartalados y viejos, en los que nos pudimos mezclar con ellos como si fuéramos de allí y no como los típicos turistas que se suben en autobuses impolutos con un maravilloso aire acondicionado, y llegando en hora y puntuales a sus destinos, eso desde luego no hubiera tenido ninguna emoción comparado con nuestro viaje, porque a lo largo de nuestro recorrido pudimos hacer un par de paradas para comer donde comían ellos, en bares de carretera, nos relacionamos con señas y sonrisas con otros pasajeros y hasta disfrutamos de un cuentacuentos local que amenizó parte del viaje con historias que debían de ser muy divertidas, a juzgar por las carcajadas que soltaban los otros pasajeros  y de un vendedor de pócimas milagrosas.

El autobús finalmente nos dejó en el centro de Essaouira, al lado del puerto y a un paso de la entrada amurallada de la medina, y  nuestra primera impresión fue muy agradable, porque vimos un lugar encantador, un tranquilo pueblo de pescadores, luminoso y alegre, con dos colores dominando por encima de los demás: el blanco y el azul. En primer lugar, nos dirigimos hacia el puerto, donde había una gran cantidad de barcas azules meciéndose en el mar. El puerto es uno de los lugares más atractivos de la ciudad, es muy relajante observar como vuelven los pescadores con sus barcos cargados de lo que el mar les haya querido obsequiar ese dia. Recuerdo que hacía mucho viento y recuerdo también el enorme número de gaviotas revoloteando por todos lados. En el puerto pudimos disfrutar después de un espléndido almuerzo a base de pescados y marisco a un precio muy económico y amenizado por la música de unos músicos veteranos que tocaban sonidos bereberes.

Despues de comer nos dirigimos a entrar en la Medina, a través de la puerta Bab Doukkala, en cuya entrada había un gran número de gatos echándose la siesta (quizás después de algún buen atracón de sardinas robadas a los barcos del puerto). La Medina de la ciudad, junto con la kasbha y el barrio judio forman la antigua ciudad amurallada. Allí nos dedicamos a callejear un poco y a visitar los distintos comercios y tenderetes, admirando sus productos, con su maravillosa amalgama de colores y olores y charlando y regateando con sus extrovertidos vendedores, que lo mismo te lanzan un piropo que te cuentan que son grandes aficionados del equipo de futbol del Barcelona. Uno de sus centros más animados es la plaza Moulay El Hassan, que tiene muchas terrazas y restaurantes; por cierto, Essaouira es también muy conocida por su cultura del café.

De origen portugués, a Essaouira se la conocia antiguamente como Mogador, aunque su nombre actual significa literalmente: “la bien diseñada”, haciendo alusión a cuando en 1765 el sultán Sidi Mohammed Ben Abdallah encargó a un arquitecto francés un nuevo diseño para la ciudad que, finalmente, resultó ser una combinación de estilo marroquí y europeo. Otros de los apodos por los que se la conoce a Essaouira es como “la perla del Atlántico” y como “La Bella Durmiente” y la verdad es que es uno de los lugares más especiales y sugerentes de Marruecos, por algo fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001.

Essaouira posee además las mejores playas del pais y dicen que es el lugar ideal para los surfistas y viajeros que van por libre. Es un lugar de referencia del arte contemporáneo marroquí y ha sido cuna tanto de poetas como de científicos. En los años 70 fue un famoso retiro hippy, donde músicos como Jimmy Hendrix o Cat Stevens o cineastas como Orson Welles (que rodó allí Otelo), Ridley Scott o Oliver Stone encontraban allí la inspiración.

A comienzos del verano se celebra también allí un Festival Internacional de Música Gnaoua, que se creó en 1998 y que atrae a miles de visitantes. Es un tipo de música de los pueblos subsaharianos dispersos a lo largo del Mabreb desde el siglo XV, realizada por los maestros Gnaua (o Gnawa o Gnaoua), que son los descendientes de los esclavos africanos, aunque el Festival deja tambien un espacio a otras músicas del mundo, como el jazz, el blues, el reggae o el rock. La edición de este año se realizará del 24 al 27 de junio y para quién esté interesado en saber más, aqui dejo este enlace:

Essaouira Gnaua and World Music Festival 2011

Essaouira es, en resumen, una ciudad portuaria preciosa y tranquila, donde parece que el tiempo se hubiera detenido y lo que más te apetece es perderte en ella, sin prisas, sin móvil y sin reloj. Aunque desgraciadamente no pudimos pasar muchas horas en ella, porque nos esperaba otro largo viaje de vuelta y no podíamos permitirnos perder el autobus que nos llevaría de nuevo a la bulliciosa Marrakech.

Nota: la foto que encabeza el post de hoy es la única que no es mia de todas las que aparecen aquí, tengo que reconocer y asumir el hecho de que hacer una foto a las gaviotas en pleno vuelo y en primer plano ¡es francamente díficil!